Comentario a la Palabra del 12 de mayo de 2012
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Los Hechos de los Apóstoles (16,1-10), nos siguen relatando los espeluznantes
comienzos de la predicación cristiana. Para hoy se nos va a informar acerca de
la vocación de un nuevo discípulo: Timoteo. Pablo, para no caer en
contradicción con los Judíos, lo circuncidó, pues todos sabían que su padre era
pagano. Los discípulos, en especial mención Pablo, continúan proclamando las
decisiones del Concilio de Jerusalén, acerca de lo necesario para la salvación,
evitando la circuncisión. Esto hace que las comunidades se fortalezcan en la fe
y el número de creyentes aumente cada día más. Y seguirán predicando, pues,
están convencidos que Dios los llama a predicar el Evangelio.
Exhortación a partir de este texto: En la actualidad, muchas
situaciones no permiten que el Evangelio sea el centro de todo. Nosotros como
discípulos del Maestro tenemos la obligación de predicar a Jesús, no
adoctrinando en su nombre, sino convenciendo con nuestro testimonio de vida que
nos hace testigos de su amor y nos permite dar la vida por la abundante
redención.
El Evangelio de San Juan (15,18-21) nos informa acerca de unas instrucciones
muy realistas de Jesús a sus discípulos: El
mundo los odia porque no son del mundo… A ustedes los perseguirán… No conocen
al que me envió”. Estas frases manifiestan que seguir a Jesús no es
acomodarse al mundo. Es sentar una voz de protesta, una voz que clama ante el
hermano sólo y desamparado, una voz que hace resonar el corazón de la
humanidad, no para consolarlo en su pena, sino para exaltarlo a que se
comprometa en la lucha de ideales justos y verdaderos.
Exhortación a partir de este texto: Nuestro compromiso con Jesús
hace que realmente en muchas ocasiones, las estructuras de poder, no pocas
veces injustas y deshumanizadoras, se sientan alertadas y eviten que voces
contrarias a lo que les pertenece sobresalgan y les incomoden en sus vidas. La invitación
es al compromiso, un compromiso sincero, donde el amor de Dios sea el motor
inmóvil de nuestra existencia, donde su mano protectora siempre esté de nuestro
lado y sea sentida siempre por nosotros en todo lo que hagamos.
sI, ME GUSTA CERRAR LOS OJOS Y ESCUCHAR QUE LE DICE EL SEÑOR A MI CORAZON
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