El Sueño de una civilización realmente planetaria. Les comparto a ustedes, los que con gran amabilidad permiten que estas palabras y todas las entradas de este blog lleguen a sus vidas. Este es un artículo de Leonardo Boff publicado hoy y reproducido por servicioskoinonia.org pero que es muy interesante y real su lectura.
El desamparo actual que se ha adueñado de un gran sector de la humanidad se
deriva en parte de nuestra incapacidad de soñar y de proyectar utopías. No
cualquier utopía, sino aquellas necesarias que pueden transformarse en topías,
es decir, en algo que se realiza, aunque imperfectamente, en las condiciones de
nuestra historia. En caso contrario, nuestro futuro común, el futuro de la vida
y de la civilización, corren graves peligros.
Tenemos, por lo tanto, que intentar todo para no llegar demasiado tarde al
verdadero camino que podrá salvarnos. Ese camino pasa por el cuidado, por la
sostenibilidad, por la responsabilidad colectiva y por un sentido espiritual de
la vida.
Me valgo de las palabras inspiradoras de Oscar Wilde, el conocido escritor
irlandés, que dijo acerca de la utopía: «Un mapa del mundo que no incluya la
utopía no es digno de ser mirado, pues ignora el único territorio en el que la
humanidad siempre atraca, partiendo enseguida hacia una tierra todavía mejor...
El progreso es la realización de utopías».
Pertenece al campo de la utopía proyectar escenarios esperanzadores. Vamos a
presentar uno, de Robert Müller, alto funcionario de la ONU durante 40 años, que
fue llamado también «ciudadano del mundo» y «padre de la educación global». Era
un hombre de sueños, uno de ellos realizado al crear y ser el primer rector de
la Universidad de la Paz, creada en 1980 por la ONU en Costa Rica, único país
del mundo que no tiene ejército.
Él imaginó un nuevo relato del Génesis bíblico: el nacimiento de una
civilización realmente planetaria en la cual la especie humana se asume como
especie, junto con otras especies, con la misión de garantizar la sostenibilidad
de la Tierra y cuidar bien de ella así como de todos los seres que en ella
existen. He aquí lo que él llamó el «Nuevo Génesis»:
«Y vio Dios que todas las naciones de la Tierra, negras y blancas, pobres y
ricas, del Norte y del Sur, del Oriente y del Occidente, de todos los credos,
enviaban sus emisarios a un gran edificio de cristal a orillas del río del Sol
Naciente, en la isla de Manhattan, para estudiar juntos, pensar juntos y juntos
cuidar del mundo y de todos sus pueblos.
Y dijo Dios: “Eso es bueno” . Y ése fue el primer día de la Nueva Era
de la Tierra.
Y vio Dios que los soldados de la paz separaban a los combatientes de las
naciones en guerra, que las diferencias se resolvían mediante la negociación y
el raciocinio y no por las armas, y que los líderes de las naciones se
encontraban, intercambiaban ideas y unían sus corazones, sus mentes, sus almas y
sus fuerzas para el beneficio de toda la humanidad.
Y dijo Dios: “Eso es bueno” . Y ése fue el segundo día del Planeta de
la Paz.
Y vio Dios que los seres humanos amaban a la totalidad de la Creación, las
estrellas y el sol, el día y la noche, el aire y los océanos, la tierra y las
aguas, los peces y las aves, las flores y las plantas y a todos sus hermanos y
hermanas humanos.
Y dijo Dios: “Eso es bueno” . Y ése fue el tercer día del Planeta de
la Felicidad.
Y vio Dios que los seres humanos eliminaban el hambre, la enfermedad, la
ignorancia y el sufrimiento en toda la Tierra, proporcionando a cada persona
humana una vida decente, consciente y feliz, controlando la avidez, la fuerza y
la riqueza de unos pocos.
Y dijo Dios: “Eso es bueno” . Y ése fue el cuarto día del Planeta de
la Justicia.
Y vio Dios que los seres humanos vivían en armonía con su planeta y en paz
con los demás: gestionando sus recursos con sabiduría, evitando el despilfarro,
frenando los excesos, sustituyendo el odio por el amor, la avaricia por el darse
por satisfecho, la arrogancia por la humildad, la división por la cooperación y
la suspicacia por la comprensión.
Y dijo Dios: “Eso es bueno” . Y ése fue el quinto día del Planeta de
Oro.
Y vio Dios que las naciones destruían sus armas, sus bombas, sus misiles, sus
barcos y aviones de guerra, desactivando sus bases y desmovilizando sus
ejércitos, manteniendo sólo una policía de la paz para proteger a los buenos de
los malos y a los sanos de los enfermos mentales.
Y dijo Dios: “Eso es bueno” . Y ése fue el sexto día del Planeta de la
Razón.
Y vio Dios que los seres humanos recuperaban a Dios y a la persona humana
como su Alfa y Omega, reduciendo a las instituciones, creencias, políticas,
gobiernos y demás entidades humanas a su papel de simples servidores de Dios y
de los pueblos. Y Dios los vio adoptar como ley suprema aquélla que dice:
«Amarás al Dios del Universo con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu
mente y con todas tus fuerzas. Amarás a tu bello y maravilloso planeta y lo
tratarás con infinito cuidado. Amarás a tus hermanos y hermanas humanos como te
amas a ti mismo. No hay mandamientos mayores que éstos».
Y dijo Dios: “Eso es bueno” . Y ése fue el séptimo día del Planeta de
Dios».
Si en la puerta del infierno de Dante Alighieri estaba escrito: «Abandonad
toda esperanza, vosotros que entráis», en la puerta de la nueva civilización en
la era de la Tierra y del mundo planetizado estará escrito en todas las lenguas
que existen en la faz de la Tierra: «No abandonéis nunca la esperanza,
vosotros que entráis».
El futuro pasa por esta utopía. Sus albores se anuncian ya.
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